Soñar que se te caen los dientes suele estar relacionado con miedos, estrés, pérdidas, etc. Vamos, que más que un sueño, es una pesadilla. Y para nosotros, dentistas, es nuestro reto diario, ya que esta es una de las metas que persigue nuestro trabajo: salvar los dientes de nuestros pacientes, evitando extraerlos siempre que sea posible.
Y partiendo de esta premisa, base de la odontología conservadora, desde Clínica Enrile vamos a ayudarte a conocer mejor a uno de los grandes protagonistas de tu boca: tus dientes.
Los dientes: definición y características
Los dientes no son huesos, son órganos duros compuestos de tejidos mineralizados (calcio, fósforo y magnesio) que se sujetan a los huesos maxilares y a la mandíbula mediante diferentes tejidos, entre ellos, la encía.
Comienzan a desarrollarse cuando estamos en la barriga de nuestra madre y van saliendo a partir de los primeros seis meses de vida. Y todos juntos forman la dentición, o, mejor dicho, las denticiones, porque tenemos dos:
- La dentición temporal (dientes de leche) consta de 20 dientes que empiezan a aparecer a los seis meses y duran aproximadamente hasta los 12 años.
- La dentición permanente consta de 32 dientes que nos acompañarán toda la vida desde que comienzan a salir a los 6 años.
Pero además de saber cuántos dientes tenemos, cuándo salen y de qué están hechos, ¿sabes para qué sirven? Principalmente para ayudarnos a hacer una buena digestión. ¿Cómo? Encargándose de cortar, triturar y moler los alimentos. En definitiva, de masticarlos. Y además, los dientes tienen una función fonética y estética.
Anomalías y trastornos dentarios
Es en la sexta semana de vida de un embrión cuando empiezan a formarse los futuros dientes. Y apenas dos semanas después, pueden empezar a manifestarse anomalías y trastornos tanto de carácter hereditario como ambiental, que afectarán a cualquiera de los aspectos de una dentadura normal: la forma, el número, el tamaño, la estructura interna, el color, la posición, etc.
Te contamos algunos de los trastornos o anomalías más comunes:
- Agenesia dental. Se trata de un defecto congénito mediante el cual se nace sin uno o más dientes. Es bastante común y suele afectar más a las mujeres que a los hombres, aunque hay un tipo de agenesia dental que afecta al 10 % de la población mundial: la de los terceros molares o muelas del juicio.
- Amelogénesis. Es un trastorno genético que afecta al desarrollo del diente, causando que el esmalte sea más delgado y se forme de manera anormal. Esto se traduce en que los dientes pueden ser muy pequeños, decolorados, quebradizos o apiñados y propensos a un rápido desgaste.
- Taurodontismo o “dientes de toro”. Es una anomalía dentaria que afecta a la forma de los dientes y que es muy poco frecuente en nuestro país. No se detecta a simple vista, como las anomalías anteriores. De hecho, en muchas ocasiones se descubre de manera casual a raíz de una radiografía hecha por alguna otra causa.
- Geminación dental. Se trata de una anomalía dental que define a dientes que cuentan con una sola raíz (anclada a la encía) pero con dos coronas o cabezas. Suele darse más en los dientes de leche que en los definitivos.
- Dientes supernumerarios. Son anomalías en el desarrollo dental que se caracterizan por duplicar los dientes de la serie normal, de forma que se observan dos y hasta tres filas de un mismo diente. Además, suelen ser amorfos.
Hábitos que pueden dañar los dientes
Son muchos los trastornos dentales que tienen origen genético, sin embargo, hay muchos otros que nos los provocamos nosotros mismos ya sea por malos hábitos o por desconocimiento.
Dientes fracturados, astillados, con falta de calcio o dientes con manchas son perfectamente evitables si dejamos a un lado una serie de hábitos como los que te enumeramos a continuación:
- La onicofagia o morderse las uñas es una costumbre muy dañina tanto para las propias uñas y dedos, como para los dientes, ya que desgasta el esmalte y puede causar microtraumatismos que pueden llegar a facturar o astillar los dientes.
- Comer pipas. No es que dejes de hacerlo, pero ¿qué tal si pruebas a pelarlas con las manos? Así evitarás consecuencias como las de morderse las uñas.
- Abrir cosas con la boca. Si lo haces con las manos o con unas tijeras, tus dientes te lo agradecerán enormemente.
- Cepillarse los dientes justo después de comer. Al comer aumenta la acidez de nuestra boca, reblandeciéndose así el esmalte. Es aconsejable esperar entre 20 y 30 minutos hasta que la saliva neutralice esa acidez y el esmalte vuelva a endurecerse. Y según el alimento, no está de más enjuagarse bien con agua antes del cepillado.
- Bebidas y alimentos que manchan los dientes. El café, el vino o el chocolate penetran en las porosidades del diente pigmentándolo. Para evitarlo, cepíllatelo tras ingerirlos. Eso sí, después del tiempo que te hemos indicado.
- La higiene dental. Es fundamental cepillarse los dientes y utilizar interdentales o hilo dental al menos un par de veces al día. También es recomendable el uso de colutorios.
La prevención es clave. Hay muchas anomalías, trastornos, enfermedades y demás problemas no solo de los dientes, sino también de las encías o del resto del cuerpo que pueden pasar desapercibidos a simple vista o al principio de su desarrollo para cualquier de nosotros. Pero no para un dentista profesional. Por eso es muy importante acudir al menos una o dos veces al año a consultas periódicas con tu dentista.
Curiosidades sobre tus dientes
Y ahora que conoces mucho más a fondo tus dientes, te contamos algunas curiosidades que te sorprenderán y te harán apreciarlos aún más:
- Son la sustancia más dura del cuerpo. ¡Más que los huesos!
- Son únicos. Como la lengua o las huellas dactilares, no hay dos personas con los mismos dientes.
- No se reparan por si solos. Son la única parte del cuerpo que no puede repararse por sí misma. Si un diente se rompe, hay que acudir al dentista, no se arregla solo.
- Los humanos tenemos dos denticiones, pero hay animales que tienen hasta 40, como es el caso de los tiburones.